¡Muy buenas! Soy Daniel Aracay y te doy la bienvenida a un nuevo
episodio de Haciendo el Sueco.
Hoy vamos a continuar con la tercera parte de nuestro
especial sobre prevención del suicidio.
Como sabes, este es un tema muy importante que requiere ser
tratado con sensibilidad y rigor.
En el programa de hoy vamos a profundizar en un aspecto
crucial, los factores de riesgo,
y cómo identificar señales de alarma. Y quiero empezar con
algunos datos importantes que nos
ayudarán a poner todo en perspectiva. En Suecia
aproximadamente 1.600 personas mueren por suicidio
cada año. Es una cifra que nos puede parecer alta, pero
necesitamos entender qué significa
realmente en términos estadísticos. El riesgo
individual de morir por suicidio es del 0,16%
es un porcentaje muy bajo, aunque por supuesto cada vida es
importante.
Algo interesante que debemos mencionar es que cuando una
persona ha tenido un intento previo
de suicidio, este riesgo se duplica. Suena alarmante,
¿verdad? Pero incluso duplicado estamos
hablando de un 0,032%. Es importante tener estos números
en mente porque nos ayudan a entender
que aunque el riesgo existe, la gran mayoría de las personas que
han sobrevivido a un intento de
suicidio no volverán a intentarlo. Pero vayamos algo
fundamental, los factores de riesgo.
¿Qué circunstancias pueden aumentar la vulnerabilidad de
una persona?
Hay varios que son especialmente relevantes. Por ejemplo, tener
una enfermedad adictiva es un
factor de riesgo persistente. También lo es perder el trabajo
y aquí quiero detenerme un
momento para hablar del consumo del alcohol. El doctor Friedman
lo menciona de una manera
muy gráfica, beber como un sueco, es decir, beber hasta la
intoxicación, implica un mayor
riesgo que beber moderadamente. Es un factor de riesgo que no
podemos ignorar. Otro factor
importante es la mala adherencia al tratamiento médico. Esto
significa que cuando una persona
no sigue adecuadamente su tratamiento o no acepta la ayuda
de manera apropiada, el riesgo aumenta.
La impulsividad también juega un papel crucial y esto es
independiente de si está relacionada
con TDAH u otras condiciones. Básicamente, cuando no nos damos
tiempo para pensar,
el riesgo aumenta. Algo que me parece especialmente interesante
es cómo manejamos las pérdidas.
El doctor menciona que las personas que tienen más
dificultad para manejar las pérdidas, ya sea de un
ser querido, de la casa, del trabajo, pueden tener un mayor
riesgo. Es paradójico, ¿verdad?
Porque al final el suicidio en sí mismo es la pérdida más
definitiva. Pero aquí viene
algo crucial que quiero compartir contigo. No podemos
predecir el suicidio en las personas.
Y esto es importante entenderlo. Podemos tener todos estos
factores de riesgo pero lo que realmente
importa es encontrar el dolor psíquico principal de una
persona y su grado de desesperanza. Estos son
los puntos clave en los que debemos enfocarnos. Cuando los
profesionales hacen una evaluación
de riesgo de suicidio, no están tratando de predecir si alguien
va a hacerlo o no. Lo que
buscan es encontrar qué cargas se pueden reducir. Porque, y
esto es fundamental, cuando reducimos
las cargas, reducimos el sufrimiento. Y cuando reducimos
el sufrimiento, reducimos el riesgo.
Y aquí quiero compartir algo que me pareció muy revelador. El
doctor cuenta que cuando
está fuera del trabajo, en situaciones sociales, a veces
hace una pregunta muy específica. ¿Cómo
es? Porque la mayoría de la gente, aunque nunca haya pensado
en suicidarse, tiene algún
tipo de respuesta. Es como si casi todos los cerebros crearan
algún tipo de imagen sobre
cómo uno podría quitarse la vida. Y cuando la vida se pone
difícil, cuando las cargas
se vuelven demasiado pesadas, es cuando estos pensamientos pueden
aparecer. Pero vamos a
hablar de algo muy práctico. ¿Qué hacemos cuando alguien nos
cuenta que está pensando
en suicidarse? El doctor comparte una anécdota muy
reveladora. Dice que muchas veces, cuando
pregunta a alguien sobre sus planes, la persona responde, si
te lo cuento, intentarás impedírmelo.
Y su respuesta es brillante. Sí, efectivamente lo haría, porque
quiero ayudarte a dejar
de querer hacerlo. Y esto me parece fundamental. No se trata
de juzgar, se trata de ayudar.
Porque para que alguien pueda encontrar una motivación para
seguir viviendo, primero tiene
que seguir con vida. Es tan simple y a la vez tan complejo
como eso.
Durante la charla, el doctor mencionó el caso de alguien que
había decidido quitarse la
vida cuando sus hijos fueran mayores de edad, pensando que ya
no lo necesitarían. Pero
esto es un error. Incluso cuando las personas tienen mayor
responsabilidad legal sobre
su propia vida, siguen necesitando aquellos de donde
provienen. Incluso si la relación
no es buena, es mejor que el padre exista a que no exista.
Y aquí viene algo crucial. Cuando detectamos que alguien
está en riesgo agudo de suicidio,
la situación es comparable a ver alguien colapsar en la calle. Es
una emergencia médica. No
dejas a esa persona sola. Igual que no dejarías solo a alguien
que está teniendo un ataque
de corazón. Llamas al 112 pides ayuda profesional. Y eso me
lleva a que a veces estas situaciones
surgen en momentos incómodos. Al final del día laboral, cuando
tienes que recoger a
los niños del cole, cuando tienes una cita importante, pero
como dice el doctor, esto
es una cuestión de vida o muerte y la vida debe tener prioridad.
Y ahora vamos a hablar
de algo especialmente relevante para quienes trabajan con
jóvenes.
Si un joven está en riesgo de suicidio, necesita atención
médica. Sí, pero también necesita
cuidados. Y aquí viene algo fundamental. Hay que contactar
con los padres. Pero ¿qué pasa
si el joven dice que no puede contactar con sus padres? Porque
son ellos los que están
detrás de su malestar. O si sospechas que hay negligencia en
el cuidado. En estos
casos tienes la obligación legal, y repito legal, de hacer
una denuncia a los servicios
sociales. Y hay algo más que parece crucial mencionar. Si
trabajas con grupos
de jóvenes, enseñadles a delatar a sus amigos si están pensando
en suicidarse.
Sé que suena fuerte esto de delatar, pero es vital. El
mensaje debe ser claro. No
mantengas ese secreto. Sí, tu amigo podría enfadarse contigo,
incluso dejar de
hablarte, pero estará vivo y podrá cambiar de opinión más
adelante. Y quien
sabe, quizás algún día, incluso te lo agradezca. Hablemos ahora
de los factores
protectores porque no todos son riesgos. La economía juega un
papel importante. No
se trata de ser rico, que por cierto no es un factor protector
en sí mismo, sino
de tener estabilidad económica. Ser bastante pobre, pero tener
para comer
cada día es menos protector que tener una economía estable. Lo
que más influye
es si tenemos condiciones económicas similares a las de
nuestro entorno social.
Es decir, el riesgo aumenta cuando vivimos en un ambiente
que es mucho más
próspero que nuestra propia situación. Es como si el
contraste hiciera todo más
difícil. Hablemos de un momento crítico en la vida, la
jubilación. Todos, si
vivimos lo suficiente, vamos a experimentar un deterioro
económico cuando
nos jubilemos. ¿Cómo podemos protegernos? Bueno, además de la
preparación
financiera obvia, hay algo crucial. Poder anticiparlo y
prepararnos
mentalmente. Lo repentino, lo abrupto, eso es lo que más daño
hace. Y ahora vamos
a algo que me parece especialmente relevante en
nuestra sociedad actual,
las conexiones sociales.
Algunos somos como genios sociales. Esas personas que
entran en una habitación
llena de extraños y salen con tres amigos nuevos y dos ofertas
de trabajo. Otros
somos más cautelosos, nos quedamos al margen observando. Y
ambas formas están
bien, pero necesitamos espacios para socializar.
Antes había más espacios de encuentro comunitarios,
cafeterías municipales
donde el café costaba poco, donde la gente se sentaba a leer
el periódico, a jugar
al ajedrez, no eran intervenciones formales, eran
simplemente lugares para
estar, como las bibliotecas actuales, pero más sociales. Y
aquí viene algo
interesante sobre los ingleses. Y esto me hace gracia porque lo
dice un sueco. Los
ingleses no van al psiquiatra, van al pub. Y sí, claro que hay
problemas con el
alcohol, pero el punto importante es la socialización.
Si alguien deja de ir al
papa habitual, sus compañeros lo notan y preguntan por él. Y esto
nos lleva a
hablar de internet y las redes sociales. ¿Sabes que no hay
evidencia real que
vincula el uso de internet con el suicidio? El verdadero
peligro no está en usar
internet, sino en quedarse atrapado online y no salir al
mundo real. De hecho,
para muchas personas que tienen dificultades para socializar en
persona,
internet ha sido un salvavidas. Hablemos ahora de las relaciones
de pareja porque
hay datos muy interesantes. Vivir
en pareja es protector, incluso si la
relación no es perfecta. ¿Por qué? Porque es como tener una
pequeña red social,
alguien TV, alguien nota si estás mal. Pero aquí viene algo
curioso. Los
divorcios afectan de manera diferente a hombres y mujeres.
Los hombres en general
tienen más tendencia de primirse tras una separación o empezar a
beber más, ambos
factores de arriesgo para el suicidio. O hacen lo contrario,
se lanzan
inmediatamente a otra nueva relación para escapar de los
sentimientos
difíciles. Las mujeres, en cambio, suelen tener más
capacidad para aguantar el
período difícil y procesarlo. Y cuando hablamos de hijos, pasa
algo similar.
Tener hijos es más protector para las mujeres que para los
hombres. No porque
los padres quieran menos a sus hijos, ojo, sino por cómo
procesan la situación.
Cuando están mal, los padres tienden a pensar. Soy tan malo
que mis hijos
estarían mejor sin mí. Las madres, en cambio, suelen
pensar. Esto es
un error terrible. Cualquiera que piense que sus hijos
estarían mejor sin él o
ella está profundamente equivocado. Los datos son
claros. Un niño que pierde a un
padre por suicidio antes de los 12 años tiene mucho más riesgo
de
desarrollar comportamientos autodestructivos cuando sea
joven. Y ahora
quiero hablar de algo fundamental, el trabajo.
Tener un trabajo es protector
por definición. Siempre que no sea en condiciones tipo
esclavitud, claro.
¿Y sabes por qué? Porque no solo te da estabilidad económica, te
da un
contexto social. Incluso hoy en día, mucha gente conoce a su
futura pareja en
el trabajo. Y si además disfrutas con lo que haces, si
entiendes bien tu rol,
si puedes manejar los desafíos, pues tienes un factor protector
muy,
muy
importante. Hay cosas que debemos saber. Por ejemplo, la
enfermedad de
Parkinson. No es solo una enfermedad que te hace temblar,
afecta a la
dopamina, que no es solo movimiento, es motivación, es
estado de
ánimo. De hecho, el 40% de las personas con Parkinson tienen
depresión. ¿Te acuerdas de Robin Williams? Un genio del humor con
un timing perfecto. Se quitó la vida poco después de ser
diagnosticado con una variante del Parkinson. Y esto me lleva a
algo
que todos sabemos, pero preferimos no pensar. Somos
mortales.
Normalmente vivimos sin pensar en ello, pero cuando recibes un
diagnóstico de cáncer, por ejemplo, es imposible no
pensarlo.
Aunque hoy en día muchos cánceres son tratables, aunque
puedas
tener una vida larga y buena después, esa conexión cáncer
muerte está ahí. Y sí, hay un aumento de la ideación suicida
tras el diagnóstico y durante el tratamiento. Por eso, en
oncología, tienen tanto personal psicosocial. Y no olvidemos
el dolor crónico, ya sea pos cáncer o por otras causas. El
dolor crónico es como un ruido constante que no te deja pensar
con claridad. Es una carga más y ya sabemos que las cargas
aumentan el riesgo. Y aquí viene algo muy actual. El
trabajo a distancia.
Sabes que no hay evidencia de que el teletrabajo aumente el
riesgo de suicidio? De hecho, durante el COVID, las tasas de
suicidio se redujeron un 20% en todo el mundo occidental.
Sorprendente, ¿verdad? Aunque el doctor piensa, y esto es su
opinión personal, que quizás necesitamos más tiempo para
ver los efectos reales del trabajo a distancia.
Y quiero compartir también una experiencia personal del doctor
que me parece muy reveladora. Un día, en su consulta, tuvo un
paciente en riesgo agudo de suicidio. ¿Y sabes que tuvo
que hacer? Cancelar todas sus citas siguientes. Tuvo que
reorganizar todo su día para asegurarse de que este paciente
llegara seguro al servicio central de atención. Porque así
es como funciona. Cuando alguien está en riesgo agudo, todo
lo demás puede esperar. Estos ejemplos nos muestran algo
crucial. No hay un perfil típico de persona en riesgo. Puede
ser alguien con una vida aparentemente perfecta como
Mark o alguien con dificultades evidentes como Margareta.
Ejemplos que te conté en el capítulo anterior. Pueden ser
personas con planes muy específicos o con ideas muy
vagas.
Lo importante es saber identificar las señales y
actuar. Y luego está el ejemplo que da sobre pacientes
psiquiátricos. Menos de la mitad de las personas que mueren
por suicidios tenían contacto activo con servicios de
salud mental en el último mes antes de su muerte. Esto
significa que hay muchas personas sufriendo que la
atención médica no ve. Pero podría haber.
Y antes de terminar, quiero hacer hincapié en algo
fundamental. No podemos predicir el suicidio. Pero sí
podemos estar atentos a las señales. Si alguien te
dice que está pensando en quitarse la vida, tómate
lo en serio. No lo dejes solo. Consigue ayuda profesional.
Es como si vieras a alguien teniendo un ataque al corazón.
¿No te plantearías dejarlo solo, verdad? Y recuerda,
las estadísticas están bien. Nos ayudan a entender el
panorama general, pero cada persona es un mundo.
Alguien puede tener una vida aparentemente perfecta y
estar sufriendo enormemente. O puede tener muchos
factores de riesgo y mantener una gran resiliencia.
Lo importante es estar ahí, escuchar y no tener
miedo de hacer las preguntas difíciles.
Como siempre digo, en Suecia estos temas se tratan
con una franqueza que a veces nos puede chocar
a los españoles. Pero que es tremendamente
necesaria. No podemos prevenir lo que no nos
atrevemos a nombrar. Y con esto llegamos al
final de este episodio especial sobre prevención
del suicidio. Recuerda que si necesitas ayuda no
estás solo. Hay profesionales preparados para
ayudar. Líneas de atención 24-7 y sobre todo
no hay que avergonzarse de pedir ayuda. De hecho
pedir ayuda es un acto de valentía y de amor
propio. Como siempre puedes encontrar todos los
recursos y enlaces relevantes en las notas del
programa. Si te ha gustado el episodio no olvides
suscribirte y compartirlo con quien creas que
puede necesitarlo. Nos vemos en el próximo
episodio de Haciendo el Sueco. Hasta pronto.