Hola, soy Dani y te doy la bienvenida a Nordics Media, el
podcast sobre tecnologías de vídeo.
En esta serie especial titulada Artículos Sonoros, te
presentamos capítulos generados
con voz clonada mediante inteligencia artificial sobre
temas relevantes en el mundo audiovisual.
En el episodio de hoy nos sumergimos en una ponencia que
se presentó en el Video Summit
2024, organizado por Quick Channel en Estocolmo. Nuestro
guía es Carl Anton Whiden, guionista
y narrador visual que colabora con empresas tecnológicas,
ayudándolas a mejorar la
experiencia del cliente a través de vídeos animados. Su charla,
cargada de humor,
autenticidad y conocimiento nos invita a reflexionar sobre la
importancia del storytelling y cómo
aplicarlo en un contexto digital donde la atención del público es
un recurso cada
vez más escaso. Carl Anton comienza su intervención
reconociendo con humor,
que es la primera vez que se sube a un escenario de este
calibre para hablar sobre lo que más le
apasiona, contar historias. Agradece la oportunidad y no
oculta sus nervios, aunque los disimula
bien con una mezcla de cercanía y seguridad. Su enfoque es
claro, compartir herramientas
prácticas que cualquiera pueda aplicar al momento de redactar
un guión para vídeo,
sin importar el tamaño de la producción o el tipo de
contenido. Pero antes de entrar en
técnicas o estructuras, plantea una pregunta fundamental. ¿Por
qué deberíamos contar historias?
En un entorno donde competimos constantemente por la atención
de los demás, la narrativa se
convierte en una herramienta esencial. Vivimos inmersos en
una tormenta de estímulos, redes sociales,
notificaciones, mensajes, correos electrónicos,
publicidad. Según algunos estudios,
recibimos más de 10.000 impactos comunicativos al día. Nuestro
cerebro, ante semejante bombardeo,
ha aprendido a desconectar. Filtra, descarta, ignora. Solo
deja pasar aquello que resuena
emocionalmente. Y ahí es donde las historias tienen un poder
transformador. El storytelling,
dice Carl Anton, es la forma más antigua y efectiva de compartir
conocimiento. Antes de que
existiera la escritura, las historias pasaban de generación
en generación de forma oral.
Y eso no ha cambiado tanto. Las historias bien contadas activan
zonas de nuestro cerebro relacionadas
con la empatía, la emoción, el recuerdo. Cuando escuchamos una
historia no solo entendemos,
sentimos. Y cuando sentimos, recordamos. Además, las
historias no son sólo entretenimiento. Son
una forma de estructurar la información que hace que ésta
sea más comprensible, más memorable
y más persuasiva. En el mundo de los negocios, esto es crucial.
Porque si puedes explicar una
solución compleja en forma de historia, aumentas
exponencialmente las posibilidades de que tu
audiencia la entienda y la adopte. Carl Anton propone una
estructura sencilla, casi instintiva,
que se adapta a cualquier formato. Principio, medio y
final. Al principio presentamos
a un personaje en su mundo cotidiano. En el medio, algo
cambia. Surge un conflicto,
un obstáculo, una necesidad. Ese cambio impulsa la acción.
Finalmente, en el desenlace,
ese conflicto se resuelve. El personaje aprende algo, crece o
simplemente encuentra una salida.
Esta estructura no es solo literaria. Está presente en el
cine, en las series,
en los anuncios, en los vídeos de producto e incluso en los
reels de Instagram.
Pero lo más importante es el conflicto. Sin conflicto, no hay
historia.
No importa si se trata de un gran drama existencial o de una
pequeña incomodidad diaria.
El conflicto es lo que despierta nuestro interés. Carl Anton pone
ejemplos cotidianos. Una aplicación
que tarda a encargar. Un proceso de compra confuso. Un cliente
que no entiende un producto.
Cada uno de esos problemas puede convertirse en el punto de
partida para una historia.
También habla de errores comunes. Uno muy habitual es
pensar que el vídeo debe empezar
directamente con el mensaje o con una demostración del
producto. Pero eso suele generar rechazo o
indiferencia. En cambio, si comenzamos con una situación
cotidiana con la que el público
se pueda identificar, se abre una puerta emocional. Otro error
es centrarse solo en las
características técnicas y olvidar el impacto humano que
ese producto o servicio tiene.
Carl Anton recomienda buscar el equilibrio entre información y
emoción. Una historia no tiene
que ser exclusivamente emotiva ni completamente técnica. Lo
ideal es que transmita emociones
mientras explica o muestra algo útil. Eso se logra conectando la
solución con un problema real,
usando ejemplos y personajes que reflejen situaciones
reconocibles. Aquí,
la figura del guionista cobra especial importancia. Alguien
que pueda traducir
objetivos comerciales en narrativas humanas. También
menciona que hay que considerar el canal.
No es lo mismo contar una historia en un spot de 30
segundos, en redes sociales que en un webinar
de 20 minutos o en una presentación de ventas. Cada
formato tiene sus reglas,
pero todos pueden beneficiarse de una estructura narrativa. Por
ejemplo,
en TikTok o Instagram se puede aplicar storytelling incluso en
15 segundos,
presentar un mini conflicto, una reacción, una solución rápida.
Otro bloque interesante es el de
la psicología. Carl Anton menciona cómo las historias
activan el cerebro de forma distinta
a los datos. Escuchar una historia desencadena una
reacción en cadena. Se activan las regiones
que procesan emociones, lenguaje, movimiento y memoria.
Es decir, el cerebro se comporta
como si estuviera viviendo la historia. Esto crea una conexión
profunda con el mensaje
y hace que perdure más tiempo. También introduce el concepto de
dopamina narrativa.
Cuando una historia no se engancha, nuestro cerebro libera
dopamina, lo que mejora la
atención, la motivación y la retención del mensaje. Las
buenas historias no solo informan,
generan una experiencia sensorial y emocional completa.
Es por eso que recordamos anuncios
de hace años o una escena de una película, pero no recordamos la
última hoja de datos
que leímos. Y hay más. Carl Anton hace una distinción
interesante entre storytelling business
to customer y business to business. En el business to
customer se suele apostar más
por el impacto emocional directo, por historias que
conecten con la vida diaria, con valores
o con aspiraciones personales. En el business to business, en
cambio, es clave conectar
con los desafíos profesionales, con la eficiencia, con el
prestigio o la innovación. Pero
en ambos casos, el hilo conductor es siempre la
historia. También explora el concepto
de storytelling transmedia. Ya no basta con contar una historia
en un solo vídeo.
Ahora, la narrativa puede desplegarse en múltiples
formatos y plataformas,
vídeo, redes, blogs, e-mail marketing, eventos en vivo. Cada
canal puede contar una parte del
todo. Esto permite que la audiencia interactue con la
historia desde distintos ángulos y
niveles de profundidad. Y no podemos olvidar el lenguaje
visual. El storytelling no es
solo texto o voz. Es ritmo, música, iluminación, en cuadre.
Todo comunica.
Carl Anton recuerda que la elección de colores, planos,
movimientos de cámara o
la música de fondo pueden reforzar o debilitar la
historia. Un guión
excelente puede fallar si no se apoya con una narrativa visual
coherente.
Por eso, guionistas y realizadores deben trabajar codo
con codo. Al final, su
mensaje es claro. Las historias no son un adorno. Son el corazón
de la comunicación
efectiva. Y tú, como creador, marketer o técnico, tienes el
poder de construir
narrativas que emocionen, inspiren, vendan o enseñen. Solo
necesitas empezar por
hacerte las preguntas adecuadas. ¿Quién es tu personaje? ¿Qué
quiere? ¿Qué le
quiere? Gracias por acompañarme en este episodio especial de
Nordics Media. Si te
ha inspirado, compártelo, suscríbete y, por supuesto,
empieza a contar tu propia