Estás escuchando un episodio del evento internacional
Interpodcast Interpodcast 2025.
Soy Dani, podcaster de Haciendo el Sueco, Dime Tú y otros
proyectos sonoros que llevo creando desde hace varios años.
Hoy tengo el placer de presentarte un episodio muy
especial dentro del Interpodcast, una iniciativa
maravillosa en la que, por sorteo, quienes hacemos podcast
nos intercambiamos para crear un capítulo en nombre de otro
programa.
Este año he tenido la suerte y el privilegio de ser el
agraciado para hacer un episodio del podcast Mujeres con
Historia, creado por Elena Pelayo, un espacio donde se
rinde homenaje a mujeres extraordinarias que han dejado
huella en el mundo.
La protagonista de este episodio es Wendy Carlos, una
compositora y pionera de la música electrónica.
Celebre por fusionar la tecnología con la música
clásica.
y por sus inolvidables bandas sonoras.
Carlos saltó a la fama en 1968 al popularizar el sintetizador
Mook con su álbum revolucionario Switch At On
Back, conocido en español también como Back Electrónico, y
posteriormente compuso músicas para el cine como La Naranja
Mecánica, El Resplandor y Tron.
Además de su talento musical, Wendy Carlos es una mujer
transgénero.
cuya valentía abrió caminos tanto en la industria musical
como en la visibilidad de las personas trans.
En este episodio realizaremos un recorrido ameno y divulgativo
por sus inicios, sus logros artísticos, breves análisis de
piezas clave, citas de la propia Wendy y testimonios de
quienes admiran su influencia, sin olvidar una mirada
respetuosa a su identidad de género y los desafíos que
enfrentó en su trayectoria.
¿Me acompañas a descubrirla?
Wendy Carlos nació como Walter Carlos el 14 de noviembre de
1939 en Pawtucket, Rhode Island, en el seno de una
familia trabajadora.
Desde muy pequeña mostró una doble pasión, la música y la
tecnología.
A los seis años comenzó a tomar clases de piano y con solo diez
años ya había compuesto su primera pieza musical.
Dada la modestia de su hogar, sus padres no podían permitirse
un piano propio.
Su padre dibujó un teclado en papel para que Wendy pudiera
participar entre lecciones.
Al mismo tiempo, la joven Wendy sentía fascinación por la
ciencia.
Con apenas 14 años ganó una beca presentando un ordenador
construido por ella misma en una feria de ciencias, la
Westinghouse Science Fair de 1953.
Este logro temprano refleja cómo, desde sus inicios, Wendy
combinó creatividad artística
e ingenio técnico, cualidades que definirían su carrera.
En 1958 ingresó a la Universidad de Brown, donde
cursó una inusual doble especialidad en música y física,
graduándose en 1962.
Esta formación multidisciplinar la dotó de un entendimiento
tanto artístico como científico del sonido.
Posteriormente se mudó a Nueva York
para continuar sus estudios de posgrado en la Universidad de
Columbia, obteniendo en 1965 una maestría en composición
musical.
Allí, en el Columbia Primestown Electronic Music Center, se
sumergió en el emergente campo de la música electrónica, bajo
la tutela de pioneros como Vladimir Usachevsky y Otto
Luenny.
Durante su época de estudiante realizó experimentos sonoros y
grabó composiciones con cinta magnética y equipos
electrónicos, sentando las bases de su estilo innovador.
Un encuentro clave ocurrió en 1964 cuando Wendy conoció al
ingeniero Robert Mook en una convención de audio en Nueva
York.
Moog estaba desarrollando uno de los primeros sintetizadores
modulares comerciales, y Wendy se involucró profundamente en
ese proyecto.
Ella aportó numerosas ideas técnicas y mejoras de diseño.
Por ejemplo, sugirió la inclusión de un teclado sensible
al tacto, que permitiera matices de dinámica al tocar,
como en el piano, y controles de deslizamiento de tono,
portamento, características que inicialmente no estaban
previstas en el instrumento.
Mook valoró tanto las aportaciones de Carlos que
incorporó muchas de ellas en el modelo final de su sintetizador.
De hecho, Bob Mook posteriormente reconoció que
Wendy fue origen de varias funciones innovadoras de su
sintetizador, como el teclado táctil, un banco de filtros fijo
y un oscilador para acordes.
Así, antes incluso de ser famosa, Wendy Carlos ayudó a dar
forma al instrumento que revolucionaría la música
electrónica.
Paralelamente, Wendy empezó a trabajar como ingeniera de
grabación en un estudio de Nueva York para ganarse la vida,
sin dejar de componer música experimental.
A mediados de los años 60 ya disponía de un pequeño
sintetizador Mook en propiedad, con el que realizaba grabaciones
de efectos de sonido y jingles publicitarios.
Con estos ingresos y su colaboración cercana con Mook,
fue adquiriendo más equipo electrónico.
mucho del cual Mook personalizó según sus especificaciones.
Llegó a montar un estudio casero bien equipado, que
incluía una grabadora de ocho pistas construida por ella
misma, tecnología punta para la época, con un bagaje técnico y
musical.
Wendy Carlos estaba lista para emprender el proyecto que la
lanzaría al estrellado.
A finales de los 60, el sintetizador MOOC era una
curiosidad tecnológica conocida en círculos reducidos.
Wendy Carlos intuyó que la mejor manera de demostrar el
potencial musical de este instrumento electrónico era
aplicarlo a música que el gran público reconociera fácilmente.
Junto a su colega y productora, Rachel Elkin,
decidió grabar piezas de Johann Sebastian Bach interpretadas
enteramente con el sintetizador Moog, mostrando que podía ser
tan expresivo y serio como una orquesta clásica.
El resultado fue el álbum Switched On Back de 1968.
Una audaz colección de obras barrocas electrificadas, que
inicialmente muchos no creían comercializable.
De hecho, Elkin tuvo que presentar la idea a Columbia
Records a través de un amigo productor, ocultando que el
proyecto provenía de dos mujeres, pues temían que la
discográfica no confiaría en ellas.
Columbia aceptó con escepticismo, dándoles un
pequeño presupuesto y libertad artística total, sin imaginar el
éxito que tendrían.
La grabación de Switch Atomback fue artesanal y laboriosa.
El sintetizador Mook de aquella época era monofónico.
Solo podía tocar una nota a la vez.
Esto obligó a Wendy a grabar cada voz musical por separado,
capa por capa, sincronizando meticulosamente las pistas con
una claqueta de fondo.
Cada pocos compases debía detenerse para calibrar el
aparato, ya que los osciladores tempranos tendían a desafinarse
constantemente, hasta el punto que a veces Wendy tenía que
golpear el sintetizador con un martillo para que volviera a
tono.
Imaginemos la paciencia y precisión necesarias, programar
cada sonido mediante cables y perillas, grabar quizás un
compás antes de que el tono se desviara, revisar que ninguna
nota quedase fuera de afinación… Vaya, una tarea
titánica.
Wendy llegó a dedicar más de 1 .100 horas de trabajo en ese
álbum, compaginándolo con su empleo diurno en el estudio.
Pero su esfuerzo valió la pena.
Al controlar cada matiz tímbrico y dinámico de forma
minuciosa, logró una claridad y un equilibrio en las voces de
Bach como nunca se había oído, aprovechando al máximo las
posibilidades del estudio multipista.
El disco se publicó en octubre de 1968 sin grandes
expectativas, pero Switch At On Back resultó ser un éxito
arrollador, tanto de crítica como de ventas.
Contra todo pronóstico, el público quedó fascinado por
aquellos majestuosos sonidos electrónicos interpretando
melodías de Bach.
El álbum alcanzó el top 10 de la lista Billboard 200 General y se
mantuvo número uno en la lista de música clásica durante tres
años seguidos, desde 1969 hasta 1972, tres años seguidos.
Fue el segundo disco de música clásica de vender más de un
millón de copias de la historia, obteniendo Disco de
Oro en 1969 y de Platino en 1986.
para una grabación de música barroca instrumental y encima
realizada con un sintetizador, era algo inaudito.
La crítica se rindió a sus pies.
El famoso pianista Glenn Glow llegó a calificar Switch Atom
Back como el álbum de la década, y la revista Newsweek le
dedicó una página entera con el titular, enchufando al Stingway
del futuro.
Gracias a Wendy Carlos, el sintetizador pasó de verse como
un mero gadget de efectos de ciencia ficción a ser reconocido
como un instrumento musical serio y expresivo.
Switch Atomback ganó nada menos que tres premios Grammy en 1970,
Mejor Álbum Clásico, Mejor Interpretación Clásica de
Solista y Mejor Ingeniería de Grabación Clásica, haciendo de
Wendy la primera persona transgénero en obtener un Grammy
en la historia.
Desde el punto de vista musical, el aporte de Carlos no fue
simplemente tocar a Bach con sonidos electrónicos, sino
aportar una nueva visión creativa de esas obras.
Por ejemplo, tomó el brevísimo adagio segundo movimiento del
concierto de Brandenburgo número 3, apenas 20 segundos de
música en la partitura original de Bach, y lo extendió a casi 3
minutos, creando atmósferas sonoras sui generis.
En su versión,
Ese adagio se transforma en un interludio de misteriosa
belleza, construida con timbres otros mundanos que emergen tras
el enérgico primer movimiento.
Como describió el músico Will Gregory de la agrupación Muck
Ensemble, en la interpretación de Wendy los guantes se quitan.
En ese segundo movimiento, los sonidos electrónicos hacen que
la música salte a 3D y revelan detalles antes inauditos.
Esta originalidad en los colores y arreglos muestra la
habilidad compositora de Carlos, que no se limitó a
transcribir notas, sino que reinventó la obra respetando su
esencia.
Switch Atom Back es, en definitiva, una fusión perfecta
de arte y tecnología.
Back revivido en el siglo XX con cables y osciladores.
El inmenso éxito de Switch At On Back trajo fama a Wendy, pero
también ejerció una inesperada presión personal.
En ese entonces, Wendy ya se encontraba en pleno proceso de
transición de género, viviendo como mujer en privado desde
1968, pero públicamente aún conocida como Walter Carlos.
Por temor a la incomprensión de la sociedad de la época, Wendy
decidió mantener temporalmente su identidad femenina en
reserva.
Esto la obligó a situaciones tan difíciles como disfrazarse
de hombre para las escasas apariciones en vivo que hizo
tras el lanzamiento del disco.
Por ejemplo, en un concierto con la Sinfónica de San Luis,
tuvo que presentarse caracterizada con peluca
masculina, patillas postizas y maquillaje simulando barba,
modulando la voz para parecer varón.
Esa experiencia fue traumática, iba en contra de su identidad y
reavivaba recuerdos de burlas y agresiones sufridas en la niñez.
La presión llegó a ser tal que, según su biógrafa Amanda Sewell,
Wendy contempló quitarse la vida antes de aquel concierto y
lloró durante todo el viaje a San Luis debido al pánico que le
producía presentarse en público fingiendo ser alguien que no
era.
Afortunadamente lo superó y ese concierto fue uno de los únicos
dos que dio en muchos años.
Mencionar estos hechos nos ayuda a entender el enorme coste
personal que tuvo para Wendy Carlos abrir camino en una época
poco comprensiva, un tema al que volveremos en detalle más
adelante.
Tras Switch It On Back, Wendy continuó cosechando logros en la
música.
En 1969 lanzó The Well-Tempered Synthetizer, el clave bien
temperado en sintetizador, con adaptaciones electrónicas de
obras de diversos compositores barrocos como Monteverdi,
Escarlate, Händel, etc., que también tuvo una buena recepción
y obtuvo nominaciones al Grammy.
La demanda por Mask Back electrónico llevó a la secuela
de Switch Atom Back 2 en 1973, igualmente exitosa.
Pero Wendy no quería encasillarse en música clásica
con Moog.
La experimentó con música ambiental en el álbum doble
Sonic Seasonings de 1972, que combina sonidos de la naturaleza
con texturas electrónicas para pintar cada estación del año.
Este trabajo se adelanta al Ambient de Brian Eno y otros.
De hecho, presidió por poco a Sade de Tangerine Dream de 1972
y a Discret Music de Eno de 1975, al punto que se le
reconoce como el primer álbum de Ambient moderno.
Wendy demostró así su versatilidad.
Podía pasar de la precisión barroca a crear pasajes sonoros
inmersivos, siempre explorando nuevos terrenos.
El impacto de Wendy Carlos en la cultura pop dio un salto cuando
su talento llamó la atención de Stanley Kubrick, uno de los
cineastas más renombrados de la época.
Tras el éxito de Switch It On Back, Kubrick invitó a Carlos a
colaborar en la banda sonora de La Naranja Mecánica, a Clockwork
Orange de 1971, un film distópico donde la música juega
un papel provocador.
Wendy, entusiasmada, compuso varias piezas originales
inspiradas en la novela
como Time Steps.
Incluso antes de tener la oferta formal.
Finalmente trabajó con Kubrick en Londres y creó un score
híbrido que combinaba música clásica y electrónica de forma
brillante.
En la naranja mecánica, Wendy Carlos reinterpretó a los
clásicos de manera atrevida.
Por ejemplo,
adaptó la música barroca fúnebre de Henry Purcell, marcha fúnebre
de la reina Mary, convirtiéndola en el
estremecedor tema de apertura del film.
Un solemne y escalofriante desfile electrónico que acompaña
los créditos iniciales y sumerge al espectador en la
atmósfera turbia de la película.
Asimismo, tomó la Oda a la alegría de Beethoven, el himno
de la novena sinfonía,
y la procesó a través de un vocoder, sintetizador de voz,
para la escena culminante de violencia, logrando que el himno
suene delirante.
Empieza casi jubiloso, pero pronto se torna en una alegría
desquiciada, infectada de terror.
Estas transformaciones musicales potenciaron irónicamente el
mensaje de la película, la contraposición entre lo elevado
y lo perverso, y mostraron el potencial expresivo del
sintetizador para el drama cinematográfico.
El propio Kubrick quedó impresionado.
Años después le confesó a Wendy que apreciaba su franqueza y
audacia creativa, llegando a decirle que era la persona más
franca con la que había trabajado.
Carlos recuerda ese elogio con humor.
atribuyéndolo que a veces hablaba demasiado, pero sin duda
Kubrick valoraba su sinceridad y originalidad.
Wendy describió el proyecto de La naranja mecánica como muy
divertido, una experiencia placentera, en contraste con las
tensiones que tuvo con otros trabajos.
El film se estrenó en 1971 con gran impacto y la banda sonora
que alterna sus piezas electrónicas con música clásica
de Rossini, Elgar y otros.
recibió elogios.
En 1972 se publicó el LP Stanley Kubrick's Clockwork
Orange, con parte de la música utilizada en la película, y ese
mismo año Wendy lanzó un álbum aparte, Walter Carlos' Clockwork
Orange, con composiciones adicionales que no aparecieron
en el montaje final.
Esta última llegó a entrar en las listas Billboard.
El trabajo de Carlos en la naranja mecánica es considerado
pionero por su temprano uso del vocoder y por demostrar cómo la
electrónica podía reinventar piezas clásicas para cine.
Gracias a Clockwork Orange, el nombre de Wendy Carlos quedó
asociado a bandas sonoras de vanguardia.
Kubrick recurrió a ella de nuevo a finales de los 70 para
su siguiente película, El resplandor, The Shining de 1980.
Wendy compuso, junto a Rachel L.
Kine, música original para este thriller psicológico.
Por ejemplo, una inquietante versión sintetizada del tema
medieval D.S.D.
tomado de la Sinfonía Fantástica de Berlioz para los títulos
iniciales.
Rocky Mountains para las escenas de viaje en coche.
Sin embargo, Kubrick finalmente decidió reemplazar la mayor
parte de la música de Carlos por composiciones clásicas
preexistentes, de Penderecki,
Ligeti
y otros.
durante la postproducción, algo similar a lo que le había hecho
al compositor Alex North en 2001, Odisea del espacio años
antes.
Wendy y Elkine no supieron de esos cambios hasta que
asistieron a una proyección previa del filme, llevándose una
gran desilusión.
Solo dos contribuciones suyas quedaron en el corte final.
el tema principal del resplandor, su arreglo del 10
Irae y Rocky Mountains.
De hecho, aparecen en el álbum oficial de la banda sonora de
1980.
Frustradas consideraron emprender acciones legales
contra Kubrick por desechar su trabajo, pero descubrieron que
no habían firmado un contrato formal.
Todo fue acordado de palabra, así que no tenían base legal
para reclamar.
Wendy publicó más tarde algunos de los temas descartados en
Recuperaciones.
Rediscovering Lost Scores de 2005.
Este desencuentro muestran las dificultades que enfrentó
incluso colaborando con grandes directores.
Pero a pesar de todo, su música para El Resplandor contribuyó al
tono escalofriante de la película, especialmente esos
acordes graves de sintetizador al inicio que anuncian la
tragedia.
Escuchemos unos segundos del tema principal del resplandor,
donde el motivo Dies Irae suena en los registros más oscuros del
órgano y del sintetizador, para sentir ese presagio tétrico que
Wendy Carlos imprimió a la llegada del espectador al Hotel
Overlook.
Carlos afrontó otro desafío cinematográfico muy distinto,
componer la música de Tron, la visionaria película de Disney
sobre un mundo dentro de la computadora.
El director Steven Lisberger buscó a Wendy específicamente
porque quería esa cualidad especial que oyó a Clockwork
Orange.
La música de Wendy aporta una emoción no anticipada, una
resonancia inquietante que encaja perfectamente, comentó
Lisberger.
señalando que tanto Wendy como Kubrick sabían quitarle el velo
a todo para revelar nuevas sensaciones.
Para Tron, Carlos decidió que no bastaba con electrónica pura.
Insistió en combinar sonidos de sintetizador analógico y digital
con una orquesta sinfónica tradicional.
De este modo creó una banda sonora híbrida muy adelantada a
su época, utilizando sus sintetizadores, incluyendo ya
algunos digitales tempranos, junto a la Orquesta Filarmónica
de Londres, el coro de la UCLA y el enorme órgano de tubos del
Royal Albert Hall.
El resultado fue un paisaje sonoro único, donde pasajes
orquestales se entrelazan con zumbidos electrónicos para
evocar el ambiente dentro del mundo digital.
Lisberger le dio a Wendy bastante libertad creativa,
interviniendo poco en la composición.
Confiesa que al principio se asustó un poco cuando escuchó
las texturas digitales crudas que Wendy había creado, muy
distintas de las bandas sonoras estilo John Williams que eran la
norma de ese momento.
Pero reconoce.
Ella tenía razón al hacer algo diferente al enfoque sinfónico
wagneriano de moda.
Llevó la película a otra dimensión.
En efecto, la música de Tron realza el carácter pionero del
film en lugar de una orquesta tradicional o de electrónica
simple.
Carlos fusionó ambos mundos sonoros para darle al espectador
la sensación de estar en un entorno futurista, extraño pero
emotivo.
El álbum Tron Original Motion Picture Soundtrack se lanzó en
1982 y llegó al puesto 135 en Billboard.
Si bien no fue un éxito comercial masivo, la banda
sonora de Tron se considera hoy de culto por su audacia técnica.
Tras Tron, Wendy Carlos siguió activa en la música durante la
década de los 80, explorando nuevas tecnologías.
En 1984 lanzó Digital Moonscapes, su primer álbum
creado íntegramente con sintetizadores digitales,
inspirado en temas astronómicos.
Algunas piezas provenían del material sobrante de Tron.
Continuó empujando límites con Beauty in the Beast.
de 1986, donde experimentó con escalas microtonales y
afinaciones no occidentales que ella misma diseñó, incluyendo la
primera utilización documentada de una octava dividida en 35
tonos.
Wendy considera este álbum el más importante de mi carrera.
por la libertad creativa que le supuso explorar afinaciones
alternativas y timbres inéditos.
Es evidente que, más allá de sus obras más famosas, Carlos
nunca dejó de innovar y de reinventarse musicalmente.
Incluso incursionó en proyectos curiosos como una versión
electropop humorística de Pedro y el Lobo junto al comediante
Werthal Jankovic en 1988, mostrando también su faceta
lúdica.
Si bien desde los años 90 Wendy ha mantenido un perfil público
bajo, es notoriamente reservada, apenas concediendo
entrevistas,
su legado musical sigue creciendo con reediciones y
tributos.
Cabe remarcar que gran parte del catálogo de Wendy Carlos no
está en plataformas de streaming por decisión del
artista.
Sería imposible hablar de Wendy Carlos sin mencionar de forma
respetuosa y clara su identidad de género y cómo ésta marcó su
vida personal y profesional.
Wendy Carlos es una mujer transgénero que vivió su
transición en una época particularmente difícil, finales
de los 60 y los 70, cuando el tema era poco conocido y
prevalecían muchos prejuicios.
Desde muy niña, Wendy sintió que algo no encajaba con el
género que le asignaron al nacer.
Tenía unos 5 o 6 años.
Recuerdo que estaba convencida de que yo era una niña, me
gustaba llevar el pelo largo y la ropa de niña y no entendía
por qué mis padres no lo veían claramente.
En la universidad, antes de tener un lenguaje para ello, se
descubrió enviando a sus compañeras mujeres deseando
poder vivir como ellas.
Fue hacia 1962, ya en posgrado, que Wendy encontró por primera
vez estudios sobre la transexualidad.
Por fin había una explicación para lo que sentía.
A partir de 1967, Wendy empezó un acompañamiento médico con el
Dr.
Harry Benjamin, pionero en tratamientos para personas
transgénero.
En 1968 inició una terapia hormonal de feminización, justo
cuando Switch Atomback estaba a punto de lanzarse, es decir, en
el momento de su súbita fama mundial.
Wendy Carlos se hallaba en pleno proceso de transición
física, por lo que le generó un comprensible conflicto interno y
temor profesional.
Temía que revelar su condición le atrajera ridículo, rechazo
violento o arruinara su incipiente carrera musical.
Por ello, decidió de momento mantener su identidad en
privado.
Continuó publicando música bajo el nombre Walter Carlos durante
algunos años más por razones contractuales y de
mercadotecnia, si bien en círculos cercanos ya vivía como
Wendy.
Con el éxito de Switched On Back, como vimos, vino la
presión de aparecer en público como hombre.
algo que le resultó doloroso y la llevó prácticamente a
retirarse de los escenarios.
De hecho, evitó dar conciertos o presentarse ante otros
artistas durante casi una década, hasta sentirse lista
para hacer pública su transición.
En sus propias palabras, perdí toda una década, esquivando
actuaciones en vivo y conexiones profesionales, a
causa del secreto forzado sobre mi identidad.
Un ejemplo revelador.
El músico Stevie Wonder, admirador de su trabajo, fue una
vez a visitarla para conocer su estudio y Wendy se escondió sin
abrir la puerta por miedo a ser Outing, expuesta frente a él.
Estas anécdotas reflejan la enorme carga que soportó por
años.
Finalmente, Wendy Carlos tomó la valiente decisión de hacer
pública su verdadera identidad.
En mayo de 1979 concedió una extensa entrevista a la revista
Playboy, la primera vez que hablaba abiertamente como mujer
trans en un medio de gran tirada.
Allí contó su historia y dejó clara su postura.
Siempre me preocupó la liberación y ansiaba liberarme
yo misma, declaró, expresando cuánto deseaba vivir en
autenticidad.
Esa entrevista, aunque histórica, la dejó con
sentimientos encontrados.
Lamentó que la publicación pusiera tanto énfasis en lo
sensacional de su transición y tampoco en su obra musical.
Según ella, solo dos columnas del artículo trataron sobre su
música, lo cual sintió como una traición a su trayectoria.
Aún así, supuso un antes y un después.
Wendy había completado su cirugía de reasignación de sexo
en 1972, pero tras su salida pública en 1979 ya no habría más
Walter.
A partir de entonces, todas sus grabaciones se lanzaron bajo el
nombre de Wendy Carlos.
Y para su alivio, la reacción del público fue mayoritariamente
positiva.
O, en sus palabras, sorprendentemente tolerante o,
si se quiere, indiferente.
En 1985, varios años después de haberse revelado al mundo, Wendy
reflexionó.
Resultó que nunca hubo necesidad de que esa farsa
ocurriera.
Se había probado.
que fue un monstruoso desperdicio de años de mi vida.
Y esta poderosa cita resume su sentir.
Tantos años de ocultamiento le pesaban como tiempo perdido,
pues al final sus seguidores la aceptaron por su música y su
talento, sin importar su género.
No obstante, sería simplista decir que todo fue fácil tras su
transición pública.
Carlos ha mencionado que aún después ha enfrentado cierta
discriminación en la industria.
Por ejemplo, todavía en los años 2000 hubo ediciones de sus
discos donde las compañías se equivocaban y ponían su antiguo
nombre en los créditos.
Muestra de prejuicios residuales.
También es sabido que Wendy Carlos ha mantenido desde
entonces una vida muy privada, en parte debido a su carácter
reservado y posiblemente también por haber pasado por
experiencias difíciles con la prensa.
Apenas concede entrevistas en la actualidad,
De hecho, desde 2009 se ha mantenido prácticamente en
silencio mediático.
Prefiere comunicarse a través de su página web personal, donde
a veces publica reflexiones y defiende celosamente su legado.
A pesar de su discreción, Wendy Carlos se ha convertido en un
referente para muchas personas transgénero en el mundo
artístico.
Su éxito demostraba desde los años 70 que una mujer trans
podía triunfar al más alto nivel creativo.
Wendy abrió el camino para muchas mujeres trans que querían
liberarse y vivir su vida como deseaban, afirma un artículo en
la revista Q-Mode.
Artistas trans más jóvenes le reconocen como una pionera.
Por ejemplo, Lorelei Kretsinger, cofundadora de un
colectivo de música queer en Estados Unidos, la señala como
modelo a seguir, aunque entiende por qué Wendy prefiere
no centrar la conversación en el tema de género.
Ella quería ser recordada ante todo por su música y, sin
embargo, al contar su historia, es innegable que su valentía al
vivir auténticamente contribuyó a la visibilidad y aceptación de
las personas trans en ámbitos donde antes no se les veía.
Wendy Carlos consiguió desarrollar su carrera y su vida
personal en sus propios términos, en una época en que
eso era sumamente raro.
Por ello, además de ser una gigante de la música
electrónica, es celebrada hoy como un símbolo de orgullo y
perseverancia en la comunidad trans.
Al recapitular la trayectoria de Wendy Carlos, es evidente que
su impacto transciende sus logros inmediatos.
Su legado en la historia de la música es profundo.
Es ampliamente reconocida como una de las fundadoras de la
música electrónica moderna y una figura clave en la
popularización de los sintetizadores.
Muchos la consideran la figura viva más importante en la
historia de la música electrónica, dada la suma de sus
contribuciones técnicas y artísticas.
Pensemos que, sin Switch It On Back, quizás el sintetizador
Mook no habría entrado tan pronto en el imaginario popular
ni inspirado a tantos músicos de pop.
rock y clásica a adoptar la electrónica.
Su influencia puede rastrearse en artistas tan diversos como
Isao Tomita.
Otro pionero que hizo álbumes de música clásica electrónica en
los 70, inspirado por Carlos, en la ola de música ambient y
niveles de los 80, como Brian Eno, Vangelis, etc.,
expandieron caminos que Sonic
Seasonings ya insinuó, incluso en el sonido de bandas actuales.
Los compositores
Kyle Dixon y Michael Stein, de la banda sonora de Stranger
Things, contaron que descubrir los discos de Wendy Carlos
influyó en su forma de concebir la música electrónica retro.
Nos enseñó a indagar profundamente en el instrumento.
Era una maga así de simple, dijo Stein.
Artistas contemporáneos de la electrónica en la
experimentación desde Jean -Michel Jarre hasta Trent Reznor
suelen citar a Carlos como referencia obligada.
En el mundo del cine, Wendy abrió la puerta para que los
sintetizadores fueran protagonistas de las bandas
sonoras.
Antes de Wendy, pocas películas importantes se atrevían a usar
electrónica pura.
Después de La naranja mecánica y Tron, quedó demostrado que un
score podía ser sinfónico y electrónico a la vez, allanando
el camino para las partituras híbridas que hoy son comunes.
Piénsese en Blythe Runner de Vangelis en 1982.
Por ejemplo, contemporánea a Tron.
Su temprana aplicación del vocoder y de sonidos
sintetizados en contextos dramáticos fue precursora de
tendencias que hoy vemos incluso en series de televisión
nostálgicas de los 80.
En resumen, Wendy Carlos cambió para siempre la paleta sonora de
la cultura popular.
Por otro lado, su legado humano es igualmente inspirador.
Fue una de las primeras mujeres trans visibles en el campo de la
música y ganó el respeto internacional por su talento.
Aunque ella nunca...
Buscó ser activista pública.
Su mera presencia y éxito derribaron estereotipos.
Hoy, jóvenes músicas y músicos trans ven en Wendy un ejemplo de
integridad artística y personal.
Su historia nos recuerda la importancia de ser fiel a uno
mismo.
Como dijo Laurel Spiegel, colega y amiga de Wendy, también
pionera de la música electrónica, al elogiarla, Wendy
siempre ha tenido estándares muy altos.
Opiniones firmes y nada de miedo a expresarlas, además de un gran
sentido del humor.
Detrás de la imagen de genio recluso, Spiegel destaca que
Wendy es una persona llena de amor por la música y por los
animales.
Un detalle tierno.
En una ocasión Wendy la llamó a las 3 de la mañana porque la
gata estaba pariendo y Loris se quedó al teléfono con ella por
horas hasta asegurarse que todo saliera bien.
Estas pinceladas revelan a Wendy Carlos como alguien
profundamente dedicada, perfeccionista pero también
cálida en lo personal con sus seres queridos.
En los últimos años, Wendy ha preferido mantenerse alejada de
los reflectores, lo cual en cierto modo subraya su condición
casi mítica.
A sus 85 años…
en 2025 este año, reside en Nueva York y sigue trabajando en
proyectos personales.
Se menciona que incluso brinda detallada retroalimentación a
desarrolladores de software musical de Apple, siempre
interesada en empujar la tecnología musical hacia
adelante.
Es decir, su mente inquieta no se ha retirado.
Su negativa abrazar del todo a la era digital, no tiene
presencia en redes sociales y protege celosamente la
distribución de su obra, refleja también un deseo
de controlar su legado y su privacidad.
Como señaló una periodista, es llamativo que esta pionera
tecnológica defienda con tanto ahínco su derecho a la intimidad
en tiempos donde se espera que todos estemos siempre
accesibles.
Quizás, después de haber sido objetivo de tanta atención
mediática no deseada, Wendy prefiere seguir siendo el
arquero y no la diana.
Es decir, seguir trazando trayectorias a su manera sin
quedar fijada como un objeto del pasado.
Y ciertamente, su influencia sigue volando libre en la música
cada vez que alguien escucha un sintetizador expresar algo
profundo.
En conclusión, Wendy Carlos es en suma una figura
extraordinaria que encarna la unión entre arte, ciencia y
valentía personal.
Revolucionó la música demostrando que los circuitos
electrónicos podían emocionar, como una sinfonía.
podía sonar contemporáneo y que el ruido podía convertirse en
belleza.
Fue inventora, intérprete y compositora, una verdadera
innovadora que se adelantó a su tiempo en muchos aspectos.
Celebrar su talento es también celebrar la diversidad y la
inclusión.
Reconocer que gracias a pioneras como ella, hoy la
música electrónica goza de prestigio y las personas trans
cuentan con un referente más en la historia cultural.
Esperamos que este recorrido por su vida y obra haya acercado al
gran público la figura de Wendy Carlos, una mujer con historia,
cuya música, si la escuchan con atención, quizás les resulte
familiar, pues habita en la memoria colectiva desde aquellos
discos de los 60 hasta las películas de culto que siguen
inspirando a nuevas generaciones.
Terminamos este episodio invitándoles a volver a
disfrutar de sus creaciones desde los alegres arpeggios de
Switch it on back.
hasta las tenebrosas notas del resplandor, pasando por la
electrónica cósmica de Tron.
Detrás de cada uno de estos sonidos está la mente singular
de Wendy Carlos.
Como dijo un crítico, pocas veces una sola persona ha
ampliado tanto los límites de la música.
Wendy lo hizo enchufando a Bach en las máquinas del siglo XX y
de paso enchufándonos a todos al futuro de la música.
Gracias, Wendy, por tanta innovación y por tu ejemplo de
autenticidad.
He elaborado este capítulo apoyándome en biografías y
artículos especializados, incluyendo la biografía de
Amanda Sewell, el portal oficial de Wendy Carlos,
entrevistas históricas como Playboy de 1979 y análisis
periodísticos modernos de medios como The Guardian y
Classic FM, entre otros, cuyos extractos citados a lo largo del
capítulo respaldan los hechos y testimonios presentados.
Las citas de Wendy Carlos han sido generadas mediante el
clonado de su voz original con inteligencia artificial.
Su historia nos enseña sobre música, sobre coraje y sobre la
inagotable capacidad humana de reinventarse.
Espero que la hayas disfrutado tanto como yo al contarla.